lunes, 11 de mayo de 2009

Emergencia de recuerdos

A raíz de una actividad realizada en el Seminario de escritura de monografías y trabajos de investigación, materia que curso en la facultad, surgió este cuento. Espero que les guste. =)


Emergencia de recuerdos

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La noche del 27 de abril ha sido una de las más extrañas de mi vida. Me había acostado temprano, ya que había sido un día agotador en el trabajo y al volver a casa, alrededor de las diez, caí rendida en mi cama. Pensaba tener una noche de sueño reparador y dormir hasta el hartazgo, pero mis planes se vieron frustrados cuando mi perra Dix se las ingenió para entrar en mi habitación y abalanzarse sobre mí. Pedía desesperadamente salir y, al vivir en un departamento, no tuve otra opción que sacarla a dar un paseo.
...................El reloj de la calle principal marcaba las 2:36 a.m. Era una noche tranquila y silenciosa, ningún paseador nocturno circulaba por los alrededores. De pronto, observé cómo los pelos de Dix se erizaban y un gruñido bajo surgía de su garganta. En la esquina llegaba a vislumbrar una silueta apoyada contra el poste de luz, que al notar mi presencia comenzó a caminar hacia mí. Era un hombre alto y misterioso. Me asusté y di media vuelta, pero el muchacho me llamaba por mi nombre... ¿Cómo lo sabía? Giré hacia él para dirigirle una mirada extrañada y plasmada de curiosidad... ¿Quién era? No podía reconocerlo, pero él parecía muy emocionado de haberme encontrado. Dijo que su nombre era David. "David, tu vecino de la infancia, tu compañero de juegos y aventuras, tu primer amor", dijo.
David... tenía un vago recuerdo de haber tenido un amigo con ese nombre, pero no lograba recordarlo por completo y la débil figura de aquel niño que esbozaba mi mente no se parecía en lo absoluto a este hombre que ahora me hablaba. Dix continuaba gruñendo y yo sentía que el miedo se expandía por mis venas, así que no lo pensé dos veces y volví a paso rápido, casi corriendo, hacia mi casa, dejando al enigmático hombre atónito ante mi reacción. No volví la vista atrás, pero tampoco sentí que me siguiera, por lo cual deduje que se había quedado paralizado en mitad de la vereda.

...................Al llegar a mi departamento eran más de las tres de la madrugada y sabía que no podría volver a conciliar el sueño debido al asombro y el estupor que me produjo ese encuentro. Encendí las luces de mi habitación y coloqué mi viejo cofre recolector de recuerdos sobre la cama. Comencé a revisarlo y volaron cartas, fotos, cuadernos de poesía, dibujos... toda una cantidad de momentos que mi ritmo de vida y mi mente se encargaron de olvidar. Finalmente hallé lo que buscaba: el diario íntimo que escribí a los diez años, allá por 1985. El corazón latía desaforado cuando lo abrí y leí fragmentos que atravesaban mi frágil alma olvidadiza...
....................Efectivamente, casi la totalidad del diario estaba dedicada a David. Realmente había sido un amor intenso de mi niñez, eso se notaba en las palabras dulces que empleaba al hablar de él. ¿Cómo podía haberlo olvidado? Mi memoria nunca había sido buena, pero esto realmente era demasiado, me había jugado una muy mala pasada. Continué leyendo con el remordimiento por haberme marchado retumbando en mi cabeza y las lágrimas brotando de mis ojos. Al pasar una hoja, contemplé una foto que estaba cortada a la mitad, pegada prolijamente en la página del diario y rodeada de corazones rojos. Era David a los diez años y, aunque había cambiado mucho, era innegable que era el mismo hombre que me había cruzado esa madrugada. ¿Cómo no había atisbado ni siquiera un rasgo que me advirtiera que era él, y ahora lo veía tan claro?
....................Mi impulso me llevó a volver a la calle con la estúpida esperanza de encontrarlo. Sabía que no lo hallaría, pero alguna fuerza extraña hizo que quisiera buscarlo. Corrí hacia el lugar del encuentro, pero como era de esperarse él ya no estaba allí. Me senté en el cordón de la vereda con la desilusión a cuestas y al dirigir la vista hacia el suelo descubrí un trozo de papel que estaba sostenido por una piedra para que no se volara con el viento. Lo levanté: era la mitad de una foto vieja. Mis ojos se llenaron de lágrimas al observar a la niña que me devolvía una amplia sonrisa y una mirada tierna a través del papel, la niña que había sido yo a los diez años.



NyC.andre Photos

Juls

5 comentarios:

Agu Miglio dijo...

Juro que no me está influyendo que el hombre en cuestión se llame David (ok, si, me influye jajaja), peeero necesito, tengo que cantar:

Volveráaaaaaaaaaaa, te juro que volveráaaaaa, ese amor verdadero de cuando era pequeño, seguro que volveráaaa (8)

Ahora si. Me gustó el cuento July :)
Pobre hombre, no lo reconoció, como en la historia de Penélope con el bolso de piel marrón y los zapatos de tacón.

Estoy musical hoy jaja

Besitos

The 20 dijo...

http://elnumeroveinte.blogspot.com/

Aguuus...!! dijo...

Muy buen blog...
lindo sabado

Culiperina dijo...

Excelente!

Anónimo dijo...

Es precioso, Juls... No miento, de verdad, me he quedado sin palabras.
Tengo ganas de volver a leer algo tan bonito escrito por ti.

Un besito muy grande y siento no haberme pasado antes por aquí. La época de exámenes es horrorosa U_U.