martes, 25 de mayo de 2010

Service de cerebros

Me he planteado seriamente la posibilidad de que, en ciertas circunstancias, mi cerebro esté escindido del resto de mi cuerpo, que entre ellos no exista conexión alguna. Hay una falla: algún nervio travieso se niega a enviarle al cuerpo las órdenes que le dicta el cerebro. No sé, no estudio medicina y estoy lejos de recordar las lecciones de anatomía que nos daban en la escuela. ¿Hay alguna posibilidad de que el circuito falle, de que los nervios transmisores se encaprichen y no quieran enviar el mensaje? Parece ser la única opción. Lo que llamamos mente, que solemos ubicar imaginariamente en el cerebro, sabe lo que quiere. También el cuerpo, que lo siente a flor de piel. Pero la comunicación fracasa y el mensaje se pierde. No hay acción ni reacción. O peor: acciones y reacciones totalmente contrarias a las que ordenaba el cerebro. A la boca llegan las palabras exactas para alcanzar el objetivo deseado, pero los labios no logran pronunciarlas. Sospecho que si no motivo un cambio para solucionar esta falta de comunicación entre “alma-cuerpo”, este circuito defectuoso me frustrará los sueños. Será cuestión de arreglar la conexión, ¿no? Estaré agradecida con aquel que me pase el número del Service de cerebros.




1 comentarios:

George dijo...

Como te prometí, éste será el honor de mi vida, el que sepas que me encargué de entrar en tu mente por lo menos un rato a ver que pensás y de qué va un poco esta muchachita tan simpática.
Es curioso, no te parece? si hasta es posible enunciar la paradoja de este desacato en la relación cuerpo-mente, de esta inacción insensata, de la inercia que, de alguna manera, hace que uno se coma a sí mismo.
Pero como fuere, que útil resultaría cartografiar todos esos canales por los cuales pasa el sentir y el actuar de cada quien, poder conocer y no sólo simplemente imaginar por qué desvíos del camino se van enroscando los sueños, las esperanzas, las fantasías... me las imagino a todas como esos troncos que los noruegos lanzan al río para que sean interceptados miles de kilómetros mas adelante, fluyendo yuxtapuestos hasta llegar al aserradero, o para ser mas moderno, que según me contaron es virtud por estos días, como autos por la autopista: todos juntos apuntando hacia la misma dirección, avanzando más o menos parejos, pero al igual que los verdaderos autos en las verdaderas autopistas, es lo único que llevan en común, quién sabe que es lo que lleva en mente el tipo del auto blanco, lleva prisa y cara de preocupado, apostaría a que no está pasando un buen rato, y el del mercedes negro, que parece viajar encerrado en una burbuja con aromas y sonidos de fantasía, como raptado por las hadas, y el del fito que se quedó en la banquina, pobre... quién sabe a donde iría y cuanta demora lleva.

Desde el momento en que lo oí por primera vez, siempre me estremecieron las palabras de Carl Sagan, y fué él quien dijo que cada célula es un triunfo de la selección natural, que somos, cada uno de nosotros, una multitud, y en nuestro interior, hay un pequeño universo, si hasta ahora que lo pienso, lo escribo y casi lloro.

Y como fuere...

¿Qué número inagotable de personitas viajarán dentro tuyo?
¿qué iran pensando?
¿van en bici, en auto o de a pie por las rutas Julietescas?
¿Serán algunas regiones más escabrosas que otras?
¿Tendrán mapas?

quizás no tengan mapas

quizás sea por eso que, aunque les desborde la voluntad por los cuatro costados aún así sean incapaces de llegar a destino.

¿habrán llevado cambio para el peaje?

porque de no ser así a lo mejor tuvieron que agarrar los caminos en peor estado y por eso nos parece que llegan mucho después de que los hayamos necesitado.

Quizás en el embotellamiento esté la camioneta del service de cerebros, que anda tapado de laburo cubriendo baches, o poniendo señales de tránsito, asistiendo donde haga falta y de seguro ayudando a los viajeros inexpertos.

Qué enorme fue Carl Sagan, ese tipo me hace llorar.